Por este motivo son también multitud los que contrastan cada vez más la información aparecida en tal o cual diario o en tal o cual canal de radio o televisión para construir por sí mismos una visión particular de la misma.
Gran parte de la población, profundamente desanimada, considera en general a los medios de comunicación tendenciosos ideológicamente y carentes de objetividad, por lo que se han apartado definitivamente de estos utilizando exclusivamente las redes de comunicación social como alternativa para encontrar una información que les garantice una mayor veracidad, objetividad e independencia.
Particularmente creo que lo que esto piensan no están muy alejados de la auténtica realidad, sobre todo se se tiene en cuenta, la financiación de muchos diarios que mantienen su existencia comercial gracias a la aportación económica recibida de las distintas administraciones públicas y partidos políticos.
Este impulso económico materializado casi siempre por medio de propaganda, sea institucional, sea partidista, garantiza de esta forma y periodicamente una inyección de capital suficiente a la empresa editora que evita una posible quiebra empresarial.
Indirectamente se condena así la independencia profesional periodística quedando desde este momento en entredicho ya que la línea editoral puede quedar supeditada al mandato y capricho político.
Si a esto se le añade la importancia e influencia que tienen estos medios de comunicación sobre la población, el conocimiento que se tiene de este punto por parte del poder en general y el tratamiento que se percibe dan los distintos partidos políticos y administraciones a los mismos desde hace ya varias décadas propiciando la creación de sus propios gabinetes de prensa cuya finalidad fundamental es relacionarse con los medios, la ecuación se despeja por sí misma.
Precisar el momento en el que la prensa española presuntamente dejó de cumplir con el cometido de servir a la sociedad a la que dice dirigirse se me antoja harto complicado, sobre todo, si quiero evitar las posibles críticas de las que sería objeto si sitúo tal "momento" bajo la esfera de poder de tal o cual partido político en España tras la muerte del dictador Francisco Franco Bahamonde.
Así como hacerlo con el gobierno socialista proclamado tras la victoria aplastante del P.S.O.E. en la noche del 28 de octubre, que sirvió para traducir el 48,11% de los votos emitidos en una aritmética parlamentaria de 202 diputados a favor del Partido Socialista Obrero Español.
Un cambio que hacía presagiar un nuevo rumbo y unas nuevas aspiraciones de libertad y de democracia en España. Aspiraciones que se centran en un líder joven que ha logrado en poco tiempo captar la atención y la ilusión de gran parte de la sociedad española y que como secretario general del Partido Socialista Obrero Español va a ser el responsable de prácticamente todo lo que acontezca a nivel político en el panorama español en los siguientes catorce años, hasta mayo de 1996. Ese líder es:
¿Y si tal vez la respuesta a esta pregunta sobre la presunta manipulación de la prensa y los medios de comunicación se relacionase con intereses más oscuros y elevados que se escapan a nuestro control e incluso al del propio poder político?.
Sobre esto reflexionan algunos de los principales pensadores del siglo XX.
Y para evitar que este calificativo pueda volverse "pandémico" he decidido en una decisión grave, unilateral y pedagógica acompañar la información que se encuentra justo aquí debajo:
I-PRINCIPIOS GENERALES
1. El Periodista actuará siempre manteniendo
los principios de profesionalidad y ética contenidos en el presente
Código Deontológico, cuya aceptación expresa será condición necesaria
para su incorporación al Registro Profesional de Periodistas y a las
Asociaciones de la Prensa federadas.
Quienes con posterioridad a su incorporación al Registro y a la correspondiente Asociación actúen de manera no compatible con estos principios, incurrirán en los supuestos que se contemplen en la correspondiente reglamentación.
2. El primer compromiso ético del periodista es el respeto a la verdad.
3. De acuerdo con este deber, el periodista defenderá siempre el principio de la libertad de investigar y de difundir la información y la libertad del comentario y la crítica.
4. Sin perjuicio de proteger el derecho de los ciudadanos a estar informados, el periodista respetará el derecho de las personas a su propia intimidad e imagen, teniendo presente que:
a) Solo la defensa del interés público justifica las intromisiones o indagaciones sobre la vida privada de una persona sin su previo consentimiento.
b) Con carácter general deben evitarse expresiones, imágenes o testimonios vejatorios o lesivos para la condición personal de los individuos y su integridad física o moral.
c) En el tratamiento informativo de los asuntos en que medien elementos de dolor o aflicción en las personas afectadas, el periodista evitará la intromisión gratuita y las especulaciones innecesarias sobre sus sentimientos y circunstancias.
d) Las restricciones sobre intromisiones en la intimidad deberán observarse con especial cuidado cuando se trate de personas ingresadas en centros hospitalarios o en instituciones similares.
e) Se prestará especial atención al tratamiento de asuntos que afecten a la infancia y a la juventud y se respetará el derecho a la intimidad de los menores.
5. El periodista debe asumir el principio de que toda persona es inocente mientras no se demuestre lo contrario y evitar al máximo las posibles consecuencias dañosas derivadas del cumplimiento de sus deberes informativos. Tales criterios son especialmente exigibles cuando la información verse sobre temas sometidos al conocimiento de los Tribunales de Justicia.
a) El periodista deberá evitar nombrar en sus informaciones a los familiares y amigos de personas acusadas o condenadas por un delito, salvo que su mención resulte necesaria para que la información sea completa u equitativa.
b) Se evitará nombrar a las víctimas de un delito, así como la publicación de material que pueda contribuir a su identificación, actuando con especial diligencia cuando se trate de delitos contra la libertad sexual.
6. Los criterios indicados en los dos principios anteriores se aplicarán con extremo rigor cuando la información pueda afectar a menores de edad. En particular, el periodista deberá abstenerse de entrevistar, fotografiar o grabar a los menores de edad sobre temas relacionados con actividades delictivas o enmarcables en el ámbito de la privacidad.
7. El periodista extremará su celo profesional en el respeto a los derechos de los más débiles y los discriminados. Por ello, debe mantener una especial sensibilidad en los casos de informaciones u opiniones de contenido eventualmente discriminatorio o susceptibles de incitar a la violencia o a prácticas humanas degradantes.
a) Debe, por ello, abstenerse de aludir, de modo despectivo o con prejuicios a la raza, color, religión, origen social o sexo de una persona o cualquier enfermedad o discapacidad física o mental que padezca.
b) Debe también abstenerse de publicar tales datos, salvo que guarden relación directa con la información publicada.























