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 LA VUELTA A CASA [II] 
 
 
Sí, regresé "a casa". Y confieso que lo hice, movido en primer lugar, por un sentimiento solidario hacia la tierra en la que había nacido, Galicia, y en segundo, por la situación de rechazo  constante que estaba sufriendo en mi puesto de trabajo desde hacía ya varios cursos académicos.
 
Años atrás había procurado huir de aquella situación en la que me ví envuelto por defender a una compañera solicitando nuevos destinos dentro de la Comunidad Autónoma del Principado pero tras varios intentos fallidos había comenzado a plantearme la posibilidad de apostar fuerte y solicitar el traslado a Galicia.
 
Los Concursos Autonómicos de Traslados se anunciaban anualmente y cada dos años se convocaban los llamados Concursos Nacionales en los cuales podíamos solicitar plazas de otras Comunidades Autónomas. Si decidía concursar y pedía nuevo destino en Galicia esto implicaría sin duda el comienzo de una nueva vida. Una vida lejos de Asturias. Del lugar donde llevaba años asentado. Era evidentemente un salto en el vacío...y claro está, dudaba, pero sucedió algo que iba a ser determinante.
 
 
EL  PRESTIGE

13 de noviembre de 2002
 
 

 

 
MARIANO RAJOY BREY 
 

 

 
2 de diciembre de 2002

El rey Juan Carlos I visita Laxe y Muxía 


 
 
"Todos como en Fuenteovejuna tenemos que unirnos"
 
 Los primeros en movilizarse fueron los marineros gallegos
 

 
 
Nosotros, por miles, fuimos en su ayuda desde tierra
 

 
Recuerdo que arrivé, después de muchos años, a la Costa de la Muerte, el cinco de diciembre de 2002 a bordo de un Fiat Punto prestado de mi mejor amiga y compañera, Clara Isabel, con la firme voluntad de "echar una mano" en la defensa del litoral.
 
Yo era en aquel tiempo tan sólo una gota de agua en una inmensa marea solidaria que se había creado espontáneamente frente al desastre ecológico del Prestige y miles las que colapsaban las carreteras gallegas la madrugada de aquel puente de La Constitución en auxilio de la costa ahora en peligro.
 
El objetivo que me animaba era sumar mi esfuerzo a esa primera gran ola de voluntarios llegados desde todas las partes de la geografía y tratar, en la medida de mis posibilidades, de ayudar a contener a aquel monstruo que arrasaba ya las playas.
 
  
Un monstruo materializado en forma de fuel denso y asfixiante
 
 
Fue entonces cuando, influenciado por aquel trágico suceso y por una recién nacida -"morriña galega"-, decidí aprovechar uno de aquellos Concursos de Traslados para intentar solucionar de una vez por todas el problema laboral que venía arrastrando y me dispuse a tomar la decisión que tomé, que no fue otra que la de solicitar nuevo destino en tierras gallegas.

 
Para mí aquel primer viaje motivado por el trágico suceso suponía un tímido contacto con mi tierra después de casi doce años de ausencia y ocupaba un tiempo en el que yo comenzaría a aguardar la resolución de mi petición de traslado. Un tiempo de espera y también un tiempo de convivencia con todas las personas que aquel diciembre de 2002 se aprestaron a combatir el fuel a lo largo de toda la costa gallega.


 
No puedo decir más que aquellos días de comienzos de diciembre de 2002 iban a quedar grabados para siempre en mi mente al igual que supongo debió de suceder en las de todas las personas que acudieron a Galicia para hacer frente a la marea negra producida tras el hundimiento del Prestige. Una inmensa marea de miles de toneladas de fuel tóxico. Otra también de ciudadanos ejemplares.
 
Todas esas jornadas de lucha altruista en las que participaron un número indeterminado de voluntarios llegados desde todos los puntos del país y de Europa propiciaron, doy fe,  momentos irrepetibles e inolvidables entre la población gallega y los recién llegados.
 
Pasados unos días desde el hundimiento del barco y tras la espontánea y asombrosa reacción civil, muchos voluntarios regresaron a sus quehaceres una vez concluido el puente de La Constitución. Yo, de igual forma. Otros muchos, sin embargo, por su disponibilidad o porque lo dejaron todo y pararon sus vidas se quedaron durante meses a continuar ayudando en las labores de limpieza.
 
Semanas más tarde, el ejército español y las empresas tecnológicas tomaron el control de la situación aportando mandos, técnicos, tropa y material pesado para coordinar y organizar las labores de limpieza de las playas y rocas. De igual modo, la coordinación del trabajo voluntario y las tareas de regeneración del entorno y sellado del buque petrolero.


El Estado por tanto se hacía cargo de todas las acciones a emprender y la intervención civil, decidida, rápida y valiente de los primeros días del vertido, dejaba de tener el peso y la importancia que había tenido en un primer momento.

No obstante en la noche del 31 de diciembre la política se hizo visible en la Lonxa de Muxía. Los medios de comunicación y las televisiones también. En medio del ambiente festivo que se respiraba en aquel lugar atestado de voluntarios que se habían quedado desde el inicio del accidente más todos los que habíamos regresado aprovechando el período vacacional navideño, me disponía a enfrentar con mi docena de uvas en la mano los deseos demandados al nuevo año, al mismo tiempo que brindaba por un 2003 más venturoso y prometedor.

Mi hija Alba me había acompañado esta vez a Muxía aprovechando sus vacaciones escolares y yo, por qué no decirlo, rebosaba de felicidad por todo ello.

Créanme que deseaba con todas mis fuerzas y en medio de aquella alegría contagiosa poder comenzar una nueva vida tranquila en aquella Galicia que se me antojaba querer despertar de su eterno letargo vital al son de aquellas últimas doce campanadas del año 2002 que en ese instante terminaba. Era un fin de año trágico pero también un comienzo de año esperanzador para mí en muchos sentidos.

Sin embargo, lo adelanto, nada de lo allí soñado aquel esperanzador día iba a cumplirse...

Finalizadas las jornadas navideñas y con la llegada del recién nacido 2003, muchos regresamos de nuevo a nuestros hábitos cotidianos. Los estudiantes a sus estudios y los trabajadores a sus trabajos. Quedaba un gran número de voluntarios pero el Estado era ahora el encargado.

Fue a partir de entonces  que aguardé con paciencia la llegada de la primavera y con ella el anuncio de la obtención de una plaza docente en un centro educativo gallego. Mi motor por entonces y también mi esperanza.

El anuncio, durante varios meses esperado, llegó y con él un cambio radical del perfil que como profesor había venido desempeñando durante más de una década.

Mi formación en Educación Musical iba pronto a dejar paso a otra bien distinta como era la de maestro generalista. Debía por tanto aclimatarme al cambio cuanto antes y disponerme con urgencia a actuar en el contexto de esta nueva situación.

Dejaba de ejercer mi trabajo en una capital de Comunidad Autónoma y pasaría ahora a hacerlo en un centro rural, pequeño y aislado de la gran urbe.

Era consciente de que iba a perder, por decirlo de alguna manera, "estatus" en el mundo profesional educativo pero me era totalmente indiferente. La ilusión y la esperanza en un "volver a empezar" se erigían como norte en mi vida.

Sabía que a partir de ahora ya no habría más juegos rítmicos ni danzas del mundo o conjuntos instrumentales. Tampoco disfrutaría de animadas audiciones o de juegos musicales. Todo lo que venía haciendo durante años se dejaba atrás y me aprestaba a encarar una nueva etapa profesional "no meu lar" frente a mis nuevos alumnos ..."doutro xeito". Pero, ¿cómo?

  
Con el arte de la lectura, la escritura, el cálculo y el medio ambiente

¿Pero cómo debía afrontar esta tarea? ¿Cómo podía ilusionar?

 
 ¡Con amor!  ¡Sorprendiendo!
 
 
Al ser tutor de un curso de Ciclo Medio en la Educación Primaria pasaba ahora de tener una sesión lectiva a la semana por grupo, tal y como tenía en Asturias, a tener la mayor parte de mi horario con un sólo grupo de chicos. Pensé que esto no suponía una desventaja sino más bien lo contrario ya que me posibilitaría hacer muchas cosas con ellos al disponer de la mayor parte de su tiempo escolar. Lo cual era una gran ventaja para desarrollar las actividades que yo considerase necesarias y adecuadas. Resolví llenar parte de ese tiempo escolar con el saber y  la bondad casi extinguida de aquellos maestros de antaño que lejos de erigirse en figuras represoras de sus alumnos los acompañaban en la aventura extraordinaria de dar sus primeros pasos en el camino del saber con la mejor de las armas: la ternura. 

Recuerdo que ese primer día de clase cuando acudí al aula, todos aquellos ojos de niños y niñas me miraban con la ansiedad de aquellos que se enfrentan a lo desconocido con un algo de temor y sin decir ni una sola palabra, ni tan siquiera presentarme comencé de la siguiente manera... y en castellano:
 

Ésta era la inscripción que había en la puerta de cristal de una tiendecita, pero naturalmente sólo se veía así cuando se miraba a la calle, a través del cristal, desde el interior en penumbra.
Fuera hacía una mañana fría y gris de noviembre, y llovía a cántaros. Las gotas correteaban por el cristal y sobre las adornadas letras. Lo único que podía verse por la puerta era una pared manchada de lluvia, al otro lado de la calle. La puerta se abrió de pronto con tal violencia que un pequeño racimo de campanillas de latón que colgaba sobre ella, asustado, se puso a repiquetear, sin poder tranquilizarse en un buen rato...
 
Mis nuevos alumnos quedaron sorprendidos que un "mayor", que era su nuevo maestro, comenzase su primer día de clase sin prisas y sin romperles la cabeza con las odiosas matemáticas, lengua, lingua galega o cualquiera de las "zarandajas" con las que ellos y ellas esperaban encontrarse. Descubrieron a una persona que utilizando distintas voces, según los protagonistas del cuento, y con una calma y ternura similar a la que podían destilar sus propios abuelos trataba de arrastrarles desde aquel instante hacia el mundo maravilloso de Fantasía a través de una lectura dramatizada. No había prisas ni tampoco tiempo, porque en realidad lo teníamos todo. Yo lo gestionaba a mi gusto con la oculta finalidad de "llevarles por donde realmente quería" sin apenas ser notada mi "malévola intención". Mi ardid.

Mis clases durante este primer curso de mi vuelta a casa comenzaron siempre con la lectura de un capítulo de La Historia Interminable hasta justo la mitad del libro. Hasta que Atreyu y Bastián consiguían darle un nuevo nombre a Fantasía.
 
Lo hice así porque consideré que por su edad, unos ocho y nueve años, no debía avanzar más en la narración ya que no serían capaces de asimilar el contenido filosófico que se escondía en la continuación. Fuí capaz, créanme,  de que ellos mismos se "metiesen" literalmente en la historia. Tanto que no fue Bastian quien le dio un nuevo nombre a Fantasía sino aquel conjunto de veinticinco niños que, asombrados, fueron capaces de vencer su vergüenza personal  y tomar espontáneamente la decisión de salvar también aquel reino maravilloso.
 
Todos, absolutamente todos, niñas y niños, fueron conducidos por mí hasta un estado emocional que les llevó una vez llegado el momento a gritar alto y fuerte en su aula un nuevo nombre para la Emperatriz Infantil. ¿Por qué no?  Doy fe de que intentaron con su fe e ilusión infantil salvar aquel mundo, el de Atreyu, que tanto llegaron a querer al cabo de muchas jornadas escolares.

¿Cómo lo logré? Sólo los maestros y maestras, que quieren a su profesión como la he querido yo y aman a nuestros ciudadanos del futuro como los he amado durante toda mi vida, son capaces de entender y comprender la influencia tan grande que podemos ejercer en nuestros niños los maestros cuando realizamos con cariño y bondad nuestra tarea.
 
 
Una vez terminada La Historia Interminable, mis clases comenzaban siempre con la lectura de una obra infantil en su integridad. Ya fuera en gallego o castellano y capítulo a capítulo. Día a día. 
 
Durante  aproximadamente cuarenta y cinco minutos yo leía y leía todos los comienzos de mañana e intentaba poner delante de ellos mi mejor faceta dramática y dejarlos "enganchados" así para siempre en el mundo de las letras.
 
 
Todos los días ellos llegaban a clase con la ansiedad de saber como continuaba la historia de sus héroes y villanos y todos los días pedían que continuase con el capítulo siguiente, algo que yo no hacía para mantener así su tensión y su curiosidad. Sobre todo, porque tenía que conseguir los objetivos marcados por la Consellería de Educación en cuanto a cálculo, lengua, língua galega, lectura, escritura, etc, etc. 

Una vez terminado el capítulo correspondiente a ese día sabían que para que yo continuase con el relato era preciso que todos cumpliesemos con nuestro trabajo. El mío era ayudarles a aprender y el de ellos a esforzarse para intentar dar lo mejor de ellos mismos. 

Mis alumnos y alumnas, pronto desearon leer y "poner voces" tal y como hacía su maestro. Su modelo. El ejemplo que ellos ahora deseaban seguir. A diario se ejercitaban en el arte de la lectura y progresaban con una rapidez inusitada para niños de su edad. El mismo empeño ponían en lectura en lengua castellana como en lengua gallega. La misma ilusión en sus cuentas y en sus tablas de multiplicar. Sabían que al cabo de unos veinte días tendrían que demostrar, leyendo en voz alta, individual y colectivamente, que habían mejorado su velocidad lectora.
 
 
Y así, día a día, con dedicación, ilusión, esperanza y fundamentalmente trabajo fuimos entre todos limpiando nuestras costas de aquel maldito fuel que tanto daño hizo a nuestra tierra gallega. De esta misma forma, con esfuerzo y tesón, devolvimos también a nuestros niños y niñas la alegría de estar vivos y habitar una tierra maravillosa.
 
Mientras tanto el poder político, encabezado por don Manuel Fraga Iribarne, presidente de la Xunta de Galicia desde el 1 de febrero de 1990 hasta el 1 de agosto de 2005,  había sido erosionado socialmente por la gestión del desastre del Prestige y esta circunstancia desembocó en un cambio político y en una nueva forma de gobernar que iba a estar representada a partir de entonces por el Partido Socialista Galego y el Bloque Nacionalista Galego y en el que sus máximos representantes serían don Emilio Pérez Touriño y don Anxo Quintana, entre otros.
 
La sociedad gallega tal y como yo la percibía fuera del aula se me antojó que comenzaba a destilar algo parecido a la esperanza y en esa tarea se encontraba mientras que yo intentaba por todos los medios poner al día una situación económica personal un tanto precaria debido a que continuaba respondiendo a mis obligaciones económicas tanto en Asturias como a las recien contraídas desde mi llegada a Galicia.
 
Fuí, lo confieso, plenamente feliz durante los cursos 2003-2004, 2004-2005 y 2005-2006 y ello me ayudó y mucho a completar dos postgrados en Nuevas Tecnologías que realicé con la Universidad y preparar un tercero en Lenguas Extranjeras, así como realizar numerosos cursos de perfeccionamiento en Lengua Gallega y otras disciplinas organizados por la Consellería de Educación. Nada me hacía presagiar lo que iba a acontecer poco tiempo después, tanto para bien como para mal.
 
Añadir que en el tiempo en que discurrieron estos tres primeros cursos académicos desde mi retorno a Galicia sólo había algo que llamaba mi atención. Ninguna de las personas que habían conformado mi pasado estudiantil se había hecho presente hasta el momento para de alguna forma expresarme su solidaridad ante los posibles contratiempos que pudiese tener en mi nuevo periodo vital. Tan sólo dos de aquellas decenas de amigos y amigas que antaño habían recabado mi ayuda en momentos difíciles se hicieron presentes. De estos dos antiguos compañeros de correrías sí recibí calor y afecto en todo lo que ellos podían echarme una mano pero el resto ni aparecieron ni se hicieron visibles. Algo que realmente me extrañaba.
 
Tomé la circunstancia como un avatar más de la vida que en ocasiones une a las personas y en otras las separa y no sin un algo de tristeza por este hecho continué con mi vida y mi profesión en aquella escuela rural  hasta que un buen día de septiembre de 2006 y cuando me disponía a comenzar un nuevo curso académico como maestro generalista alguien de la dirección de la escuela me hizo llegar un comunicado de la Dirección General de la Consellería de Educación de la Xunta de Galicia en la que se demandaba mi presencia para formar parte de un grupo de asesores tecnológicos que se encargarían en un futuro de la formación del profesorado gallego.
 
¡No me lo podía creer! ¡Significaba el premio a toda una vida de estudio! ¡Después de veinticuatro años de docencia llegaba un reconocimiento a mi trayectoria!
 
Mi contacto con el mundo de las nuevas tecnologías y la informática databa de 1979 cuando mi siempre activa curiosidad en todos los campos del saber me había acercado por primera vez a "aquellos artefactos" extraños que se nos presentaban, a los pocos que estábamos interesados en ellos, como verdaderas herramientas útiles en el campo de la enseñanza y aunque debo de reconocer que  mi matrimonio con aquel mundo informático había sufrido algún divorcio temporal en aquellos veintisiete años de maridaje,  sí es cierto que en los últimos siete me había preocupado bastante por mi actualización logrando concluir con éxito los dos postgrados mencionados.
 
Tenía ante mí una difícil elección. O mi papel de "soldado educativo" de trinchera o el de "capitán de barco" dispuesto a ayudar a todos mis iguales a completar su formación tecnológica. Opté, en mala hora, por esta segunda opción y  recogí todos mis aperos de maestro y me dirigí a Santiago de Compostela con ojos bañados en ilusión y ganas de trabajar en pos de una educación mejor. ¡Craso error!
 
Desde mi llegada, orgullosa, como no, tuve contacto con un mundo desconocido. El mundo de todos aquellos que sin tener rostro aportan su callado trabajo diario a la mejora de las instituciones educativas. Ví y viví, como en aquel gran recinto administrativo, centenares de personas se aprestaban todas las mañanas a realizar un trabajo que iba dirigido eminentemente a mejorar la educación. Por ésta y otras razones, al sentirme uno más entre ellas experimenté una grata sensación de orgullo e importancia en lo que a partir de entonces iba a comenzar a realizar.
 
En la Consellería tenías un horario pero también éste se podía extender hasta altas horas de la madrugada o a los fines de semana. Algo que no me importaba lo más mínimo y que en cierta forma engrandecía la labor profesional que desempeñaba. Todo era satisfacción y orgullo. Todo dedicación y trabajo, pero también, por ser justo y  preciso, político. Algo que iba a ocasionar que tuviese que ponerme frente a una nueva, difícil e importante decisión al cabo de un año. Era consciente que aunque mi perfil profesional era el adecuado para tal tarea no lo era así mismo mi perfil humano. 

Durante aquel primer y único año que desempeñé mi labor de asesor tecnológico tuve más de un enfrentamiento con personas que creo respondían más a perfiles políticos que a los meramente profesionales. Algo, que hablando por hablar, me granjeó sin yo saberlo más de una enemistad y algún que otro, llamémoslo, sabotaje. Supongo que no hace falta que explique aquí lo que puede suponer a un profesional en Galicia o España, ser crítico o autocrítico. ¿O sí?
 
La razón principal de mi marcha, por exculpar a los demás y cargarme yo sólo con esta responsabilidad, es confesar aquí que me sacaban verdaderamente de quicio todas aquellas personas que anteponían siempre las motivaciones ideológicas o políticas a las profesionales  y éste  fue, ni más ni menos, el motivo principal que me animó y con mucho pesar a tomar la decisión que tomé de preferir mi labor de "soldado de trinchera" en la escuela a cualquier otra que pudiese desempeñar en la Xunta. Me habían llamado para estar dos años como mínimo con la opción más que probable de una mayor continuidad pero visto lo visto a los pocos meses de trabajar allí, anuncié mi dimisión. Circunstancia que, créanlo o no, también me ocasionó problemas y "apartamientos" por lo inusual de la acción. ¡Cosas del país! ¡No puedo decir más!
 
Durante mi estancia en la cúspide de la formación tecnológica gallega creo que aporté cosas nuevas que más tarde creo han sido incluidas en el trabajo de los nuevos asesores de formación de Educación, algo que me alegra y me gratifica. Lo único que puedo añadir es que a día de hoy no me arrepiento de mi decisión. No guardo rencor hacia nadie puesto que fuí el primero que entendí que sirviendo mi perfil profesional para tal función no lo era tanto mi perfil humano por lo que consideré que era más útil echarme a un lado y dejar paso a alguien que fuese más idóneo, personal y políticamente
 
Regresé con alegría al mundo rural al lado de mis siempre queridos alumnos y fue allí donde comenzó un suplicio que se prolongó desde septiembre de 2007 hasta diciembre de 2016 donde pasé por decirlo de alguna forma a  "situación de reserva" por enfermedad, tras treinta y cinco años de docencia. ¿Qué sucedió?

Pois, ...que veu o lobo!
 

  
 Qué ven o lobo! Qué ven o lobo!
 
E o lobo era eu!

Un lobo,..., pésimo profesional. Un lobo con pasado turbio. Un lobo maltratador. Un lobo desentendido con sus hijos. Un lobo irrespetuoso. Un lobo al que había que vigilar cuando estaba sólo con sus alumnos. Un lobo contador de historias para asustar a los niños. Un lobo acosador de sus compañeras maestras. Un lobo pedófilo. Un lobo drogadicto. Un lobo sin familia. Un lobo sin sentimientos. Un lobo sin dolor. Un lobo cruel y despiadado con los demás.

¡Un lobo a liquidar!

Y todos se lanzaron a la caza del lobo... que era yo
 
Mais o lobo  díxolles

"Este local non vai ser, claro está, un casino de conversadores e fumadores porque os que imos traballar nel non podemos ter máis privilexio que o de dar exemplo en todo.
 
Que se faga evidente para todos os que traballan na planta que igual que eles teñen a obriga de estar realizando constantemente tarefa NÓS estamos constantemente preocupados pola organización económica, orden e limpeza, traballando para que non se produzcan problemas ou para que os problemas non nos atropeien ao atoparmos descuidados, ou dormidos ou como flotando ou navegando sobor deles.

 
Cando os que reciben a confianza como responsables poñen os seus intereses particulares ou a súa comodidade por riba do interés común da empresa o exemplo é nefasto e o desastre sobrevén.

A fábrica é de onde sacamos os recursos pra vivir e ten que estar máis limpa, máis organizada e millor administrada que a nosa casa. Si esto non é así hai que arranxar o instrumento da ética" [I.D.P.]


-EPÍLOGO-

 TERROR EN LAS AULAS  [Andrés Ibáñez Segura]

Es necesario cambiar de filosofía. Devolver a los profesores la dignidad de un trabajo que es central en la sociedad y otorgarles el respeto y la confianza que merece cualquier profesional. Acabar de una vez por todas con las políticas de homogeneización y estandarización que esterilizan la creatividad y la alegría del trabajo hecho como a uno le gusta y de acuerdo con los propios talentos y que convierten al individuo creativo y libre en una máquina asustada y aburrida.

Dedicado a Clara Isabel C., Nacho C., Emilia, María Ángeles P., Carmen, Carmiña, Tito, Sindo C., José María S., María José, Raúl B., Marta, Miguel O., Mario, Rubén, Miguel Ángel, Mercedes, Balboa, Prieto, Pedro, Javier, Victoria, Sabela, Rosa, Marina, ..., al que fue mi Rector D. J. Mª Suárez Núñez así como a todos aquellos que me ayudaron en silencio a evitar mi total destrucción.

San Xoan, 2021. Con todo cariño para un caminante que me ha enseñado a transitar por las calles de esta ciudad, Marineda, unas veredas empinadas a veces, y sendas frondosas y acogedoras, otras. Que tus pasos te lleven siempre a la felicidad y a la paz que te mereces por haber dejado en quienes te conocen una estela de imborrable encanto. Un abrazo muy fuerte de "un bichito respondón" que se llama María Ángeles.

UNIVERSIDADE DE SANTIAGO  

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Como profesional que he sido es a vosotros los nacidos después del año 2000 y futuros padres y madres de los ciudadanos del siglo XXI a quienes deseo enviar el presente mensaje: Sois vosotros quienes tenéis la responsabilidad de terminar de ahora en adelante con la intolerancia y la hipocresía en la sociedad y en la educación. Sois por tanto los llamados a procurar una verdadera formación para vuestros hijos e hijas si queréis construir una sociedad igualitaria, crítica y libre basada en el conocimiento humano y científico. Deberéis de decidir en los próximos años si es más importante la forma o el fondo, el esfuerzo o la comodidad, la superación personal o la sonrisa hipócrita. De ello dependerá la educación y el único tesoro que os aseguro poseemos: la vida. Permaneced vigilantes de que ningún tipo de discriminación o acoso se materialice en el hecho educativo. Ni por parte del alumnado ni por supuesto tampoco del profesorado. El proceso educativo debe de realizarse en un contexto de libertad, comprensión y amor y no de prohibición, incomprensión o rencor. Os transmito de igual forma un deseo de larga vida. "Phi n´est pas rationnel"