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LA VUELTA A CASA [I]
 

 
 
 
 A MIÑA CASA, O MEU LAR?
 
 
Me pregunto, justo ahora, cuando mi intención es narrar "mi vuelta a lo que creía era mi casa" y en este preciso instante, en el que me hacen partícipe de la noticia de un intento de sanción al compañero y profesor,  Yván Pozuelo,  en Gijón, Asturias,  si yo tal vez y de igual manera a como se reza en la noticia sobre él y que se adjunta un poco más abajo, si he sido de una u otra forma "también un hombre singular". En mi caso un especimen raro para el estamento educativo en el que me tocó vivir desde finales de la década de los noventa.
 
Si por esta achacada "singularidad" y por este mismo "pecado" de ser o pensar diferente, he soportado y en cierta forma sigo soportando "un vía crucis" y "un remarque profesional y social negativo" que se ha prolongado durante unos 17 años y que ha terminado silenciando física y psíquicamente a este ciudadano que a lo largo de sus 35 años de trabajo y servicio público a los demás ha procurado nada más, y nada menos,  que actualizarse, formarse y dar lo mejor de sí a sus alumnos. Convencido de cumplir así bien con su deber.
 
Alguien que trató de ser siempre bondadoso en la acción educativa, rígido e inflexible en los acuerdos que en ésta se acordaran y fundamentalmente crítico con todo aquello que le rodeaba.

Aquél que  sin conocer por entonces la Teoría del 10 del compañero Yván, en alguna medida era ya partícipe y colaborador para con ella sin saberlo.

¿Por qué? Porque yo, al igual que creo Yván, procuraba unos mínimos en mi área de conocimiento que si bien a veces no eran alcanzados por algunos alumnos en cuanto a la ejecución perfecta de las actividades propuestas, sí cumplían aquellos objetivos mínimos entre los cuales discurría mi evaluación continua y que apuntaban a lo que, estoy convencido, son valores fundamentales y tal vez más importantes a día de hoy que el área de conocimiento en sí.

Mis alumnos y alumnas confieso que no suspendían. Yo no deseaba que suspendiesen. Mis chicos y chicas hicieron decenas y decenas de actividades musicales en todas sus facetas. Unas se desarrollaron más brillantemente que otras pero todas sirvieron, se lo aseguro, a coexionar cada día más al grupo y apuntalar sentimientos de constancia, de esfuerzo y de sacrificio. De igual forma a afianzar el conocimiento personal y grupal sobre la importancia de la individualidad dentro de un conjunto, y ésta también en el estudio. ¡Sí, en el estudio compartido! ¿Alguien ha oído hablar del trabajo colaborativo? ¿Qué tal les suena un "estudio colaborativo"?
 
Esto así dicho supone una serie de resultados y conclusiones de todo tipo, incluso ideológicos, pero no es éste el lugar ni tampoco el momento oportuno para ponerme a disertar sobre tal punto. Continuaré por tanto.
 
Mis chicos y chicas se divertían en clase y aprendían. Cada cual a su ritmo y todos al ritmo de todos. Mis objetivos fundamentales eran por una parte generar el interés y el gusto por la Educación Musical y todo lo que rodeaba a ésta; por otra el disfrute de la música tanto de forma individual como colectiva al tratar de conseguir todos los días la participación de todo un grupo en las distintas actividades propuestas. Algo que se conseguía el noventa por ciento de las veces.
 
"Se trataba de mover" a distintos grupos de alumnos y alumnas en distintas experiencias que comprendiesen tanto la educación auditiva como la educación rítmica o la educación instrumental y la educación para el movimiento y la danza.
 
Todo ello enmarcado en un ambiente lúdico, alegre y cooperativo que hacía de aquellas sesiones de educación musical una experiencia única y distinta cada vez en su realización. Algo que me era facilitado a través de la utilización de las distintas metodologías en pedagogía musical como lo eran la metodología Orff, la Kodaly o la Dalcroze. Metodologías que había conocido hacía al menos una década. Unas metodologías conocidas pero nunca antes puestas en práctica por mí.
 
Su realización partió gracias al contacto que tuve con grandes profesionales de la educación musical escolar asturiana que a principios de los años noventa ejercían en la capital del Principado de Asturias. Cada uno de ellos potenciaba más en su aula aquellos aspectos de la educación musical que más le interesaban o más dominaban y eso facilitó que mi aprendizaje por simple mimetismo de acción fuese bastante rápido, completo y diverso. Ellos y la realización de varios cursos de pedagogía musical Orff con el profesor Jos Wuytack marcaron y definieron mi pauta de actuación en las clases que impartía de educación musical.
 
Lo que recuerdo de mis compañeras y compañeros era su ilusión en la reciente especialidad de Educación Musical que había aterrizado en aquellos años en el sistema educativo español aparentemente para quedarse.
 
Sin embargo la "carga horaria docente" en aquel comienzo de andadura asignada a esta especialidad era muy pequeña, lo cual se convirtió en una queja permanente por parte del profesorado encargado. Una hora a la semana por curso era claramente insuficiente para desarrollar la materia, pero menos era nada. Por ello aprovechamos el "algo" con el que contábamos para intentar educar a unas generaciones en el gozo y práctica de la música en sus distintas vertientes.

Un reto a desarrollar en un espacio temporal limitado de cincuenta minutos con grupos de veinticinco alumnos y alumnas por aula cada semana. Y a ello nos dispusimos.

Créanme, lo confieso,  que tanto mis chicos como yo terminábamos todos los días  las clases sudando. Alumnos y profesor. En mi caso intentaba utilizar aquellos escasos cincuenta minutos para desarrollar como mínimo una actividad distinta en los cuatro o cinco bloques de actuación, lo que requería un esfuerzo vital muy grande tanto por parte de los chicos como del propio profesor. Pero lo hacíamos. Escúchabamos, cantábamos, jugábamos, tocábamos, hacíamos conjunto instrumental y danzábamos.  Lo pueden atestiguar todos los alumnos de prácticas que han estado bajo mi tutela y que me vieron, nos vieron, trabajar día a día.
 
El conseguir que  todos ellos, chicos y chicas, abandonasen mi aula de Educación Musical contentos, sonrientes, cansados y orgullosos de lo conseguido individual y colectivamente era mi norte en mi particular hecho educativo. También discutíamos y nos enfadábamos. Hemos vivido todo tipo de situaciones.
 
¿Cómo, por tanto,  plantearse siquiera suspender a nadie si cada uno o una de aquellos chicos y chicas había buscado lo mejor de sí para aportar al gran grupo? ¿Qué era más importante, una disonancia amplia en cualquier sentido o el hecho de sentirse orgullosos al verse parte activa e importante de un todo, el grupo, que era capaz de desarrollar una danza, una pieza musical o divertirse con un juego rítmico-musical?
 
¡Qué contentos se iban ellos! ¡Qué feliz era el profesor!
 
Sí, fuí muy feliz con todos mis alumnos durante esos más de diez años. Con ellos desarrollé y aprendí cosas que no había estudiado en mis cursos de formación en la Universidad. Con ellos crecí como persona y como profesor. Con ellos y con mis colegas de la docencia alcancé un grado de excelencia que no había imaginado ni tan siquiera en mis mejores sueños.
 
 
 
 
 
 
Sin embargo en medio de todo esto, a finales de los años noventa sucedió algo que iba a ser determinante en la decisión personal y profesional de irme de mi centro de trabajo y "escapar" hacia otro lugar. Hacia el lugar donde había comenzado mi carrera profesional y donde circunstancialmente había nacido hacía ya cuarenta años.
 
En aquellos años como les he dicho las calificaciones no eran más que un trámite para mí. Lo importante, y los chicos lo sabían, era el intento, la participación. No recuerdo que nadie finalizase su año académico suspendido. Lo hacía tal vez de otra forma a como lo hace este compañero de quién he tenido noticia. Yván Pozuelo, el que al parecer le quieren traer la desgracia no se sabe muy bien quién o quiénes y bajo no se sabe qué oculta intención.
 
Por ello y antes de enfrentar mi propia historia he decidido insertar aquí la noticia surgida sobre él en mayo-junio de 2021 en la que se recoge su caso. Ello por  varias razones. Una de ellas  su vigente actualidad y otra, su posible paralelismo con la mía propia en cuanto refiere acciones educativas "distintas" a las del gran grupo o del criterio institucional establecido, manteniendo las dos, la de Yván y la propia un denominador común de rechazo a lo diferente e innovador y un empecinamiento autoritario de la jerarquía educativa delante de sus subordinados.
 
Dejaré que la historia de Yván se narre por sí misma a través de las informaciones aparecidas en distintos medios de información escrita del Principado de Asturias y del país.  De igual forma y como gesto de solidaridad hacia él  les dejo testimonio de la repercusión que el intento de sanción por parte de la autoridad educativa contra este profesor ha tenido en la sociedad y les invito a que firmen en esa recogida de firmas que alguien ha lanzado en defensa de don Yván Pozuelo y en evitacion de posibles y futuras represalias contra él.
 
[Más adelante trataré de continuar con la mía...]
 
 
 
 
LA TEORÍA DEL 10
 
 
 
 

 
¿Por qué se sanciona al profesor que pone sobresalientes?
 
 
 
Yván Pozuelo afronta sanciones por llevar a la práctica su "rebelión" pedagógica
 
 
  
Pablo Gutiérrez de Álamo
  
 
-El Diario de la Educación-
 
 
Hace algo más de año y medio, el profesor de Francés del IES Universidad Laboral de Gijón, realizó una entrevista tras la publicación de su libro ¿Negreros o docentes? Desde entonces se encuentra en un proceso sancionador que podría costarle la carrera después de década y media de trabajo. 
 
La Consejería de Educación del Principado de Asturias se niega a hacer declaraciones sobre el caso.
 
Yván Pozuelo es docente de Francés en secundaria. También es licenciado en Historia por la Universidad de la Sorbona de París, doctor en Historia en la de Oviedo, formador de fomadores, conferenciante y autor del libro ¿Negreros o docentes? La rebelión del 10. Este hecho es el que le llevó a finales de 2019 a realizar una entrevista al periódico asturiano El Comercio. Una entrevista que le puede costar toda su carrera como docente. 
 
Tras la entrevista se celebró un claustro en el IES Universidad Laboral de Gijón, donde lleva 14 años trabajando y según fuentes conocedoras de lo que ocurrió en dicho claustro, en el que él no estuvo presente, saltaron las chispas. Las críticas por parte de una compañera del centro [hoy jubilada] en relación a las opiniones del docente de francés en la prensa fueron determinantes. Según Jesús López de Lerma, el abogado de Yván Pozuelo, dicha intervención se hizo en un tono "airado" y vehemente, explica. Días después de este claustro, la Consejería de Educación abrió un proceso de información reservada, un paso previo a la puesta en marcha de cualquier proceso sancionador.
 

 
 
La idea de este proceso previo es que haya una investigación que determine si hay causa para el proceso sancionador, en un intento por evitar el perjuicio sobre la persona que pueda ser acusada. 
 
El resultado de esta investigación se retrasó desde finales de enero hasta finales de junio de 2020, momento en el que el inspector nombrado para realizarla firmó el informe. En septiembre de ese año es cuando la Consejería de Educación decide iniciar el expediente sancionador porque se entiende que hay indicios de infracción. Entonces se nombra a otro inspector como instructor del expediente y comienza a recabar las pruebas de esas posibles infracciones cometidas. 
 
Con la información recabada, además de con el primero de los informes, el de junio de 2020, se redacta el pliego de cargos, explica López de Lerma, en el que se determina cinco posibles infracciones calificadas como muy graves. Las consecuencias de estas presuntas faltas van desde el apercibimiento [la menos gravosa] hasta la separación del cuerpo. El abogado asegura que es una situación muy complicada que "genera mucha inseguridad" en Pozuelo, al no saber muy bien a qué se enfrenta.
 
A finales de enero del año pasado se envía el pliego de cargos a la defensa para que pueda hacer alegaciones. El abogado solicita en ese momento el expediente que se ha redactado, algo que solo consigue a finales de enero de 2021. El expediente, según cuentan fuentes conocedoras tiene 1.500 páginas en total.
 
 
 -Un proceso inquisitivo-
 
 
Parece que el fondo de toda esta cuestión se encuentra en las opiniones vertidas por Yván Pozuelo en la entrevista concedida por la publicación de su libro. Una entrevista en la que cuenta que, entre otras cosas, le pone un 10 de nota a todo su alumnado y el por qué. Algo que también cuenta en el libro. Lleva años haciéndolo. 
 
¿Cómo es posible que esto esté ocurriendo desde hace tiempo y ni la dirección del centro ni la inspección educativa hayan tomado cartas en el asunto? ¿Por qué en vez de avisar al docente de que no está haciendo las cosas como debe, Educación decide que el primero de los pasos es abrir un expediente sancionador a este docente que puede suponerle el final de su carrera? 
 
Son dos preguntas que la Consejería de Educación no quiere responder; así se lo hace saber una portavoz vía teléfónica a este periodista. 
 
 
Pablo Sanz Martínez es profesor de Física y Química en Asturias. Es amigo de Yván. Durante 12 años fue director de un instituto público en la población madrileña de Coslada. No entiende qué está ocurriendo en un proceso que considera "mezquino", "sucio". Según explica, entre otras cosas, desde la inspección se le ha preguntado a Pozuelo si va a "retractarse" de las opiniones que vertió en la entrevista que le hicieron.
 
"Como mínimo se han celebrado 500 reuniones" durante los 14 años que lleva ejerciendo Pozuelo en el IES Universidad Laboral. 500 reuniones en las que siempre se ha tomado acta. En ninguna de ellas hay una queja, un apunte o un comentario relacionado con Yván, asegura Sanz Martínez.Se trata de reuniones del claustro, de las comisiones de coordinación pedagógica, de los equipos docentes, de los consejos escolares o las juntas de evaluación. Este profesor, ahora jubilado, ha hecho el cálculo. Como mínimo son 35 reuniones anuales. Por 14 años, 490 reuniones con acta.
 
A esto hay que sumar las programaciones generales anuales de la asignatura y, claro, las memorias de final de curso. Se trata de documentación, explica Sanz Martínez, que informa al profesorado de todo el centro, así como a las familias y que, una vez vistas por ambos, se envía al la inspección educativa que tiene que revisarlas y dar el visto bueno, así como hacer seguimiento del cumplimiento. En ningún momento Yván Pozuelo ha recibido ninguna comunicación por escrito, comenta Sanz, en la que se le conminará a cambiar su actitud  o su forma de actuar. 
 
Desde hace años, el Principado de Asturias realiza evaluaciones voluntarias a su profesorado. Las direcciones de los centros realizan esta evaluación compuesta por una decena larga de ítems. La actual dirección del IES Universidad Laboral de Gijón lleva siete años ejerciendo. Siete años en los que todas las evaluaciones de Yván Pozuelo han sido positivas. Incluso en el ítem que trata sobre la evaluación que el docente realiza de su alumnado. 
 
Este profesor, como también su abogado, no se explica que después de 14 años sin que haya habido ninguna comunicación por escrito recriminando la actuación de Pozuelo pueda pasarse a la situación de un expediente sancionador. Sanz Martínez comenta cómo en sus años de director en Coslada tuvo que hacer comunicaciones a compañeros del claustro para ajustar según qué actuaciones y solo en un caso, después de no acatar una orden directa, tuvo que dar parte por escrito a la inspección por uno de los docentes. Insiste en que siempre se hacen comunicaciones por escrito para intentar reconducir las situaciones. En este caso, por lo que parece, no se ha actuado de esta manera. 
 
 
A Sanz Martínez le sorprende, además, el gasto económico en el que está incurriendo la Consejería de Educación, con un inspector dedicado a la investigación, en un proceso que lleva 15 meses abierto. "Sobre todo por el empecinamiento", explica. Y, asegura, "cuando el informe lo va a tumbar un juez" en cuanto lo vea. 
 
En este momento, hay abierta una recogida de firmas en change.org que lleva ya 1.165. En ella se alude a la entrevista de Pozuelo y a todo el proceso que está viviendo por parte de Educación y de la Inspección.
 
 
 
Eugenia García
 
 
- Diario El Comercio-
 
 
El profesor Pablo Sanz Martínez dice de Yván Palazuelo: "Conociendo que Yván es un hombre singular, en todo este tiempo no ha habido nadie que le dijera que debía hacer las cosas de otra manera hasta ahora, cuando de forma totalmente injusta se compara poner más o menos dieces o coordinar mejor o peor un departamento con faltas verdaderamente graves como las que he visto en mis años de carrera", opina Sanz Martínez.
 
El secretario general de Enseñanza de CC OO en Asturias, Borja Llorente, critica la "tendencia autoritaria" de la Consejería de Educación, que "demuestra constantemente su incapacidad de tomar decisiones ante problemas reales y, sin embargo, las toma ante cuestiones que no son problemas como este, cuando la persona en cuestión hace una crítica al sistema educativo". A su juicio, "atenta contra la libertad de expresión y es una reprimenda por haber salido en prensa".
 
 
- Cadena Ser-
 

 
 
 
 ...O MEU LAR?
 
 
¿Continuamos?
 
 
En la segunda mitad de la década de los años noventa y concluida ya, o a punto de hacerlo definitivamente, la reforma educativa que supuso la aplicación de la L.O.G.S.E. [1990], los Centros de Enseñanza -escuelas y colegios- que habían albergado hasta entonces los alumnos comprendidos entre tres y catorce e incluso quince y dieciséis años, redujeron de forma significativa su alumnado.

Éste se trasladó a continuar sus estudios a los institutos y centros habilitados para impartir lo que se conoció desde entonces como Educación Secundaria Obligatoria. El antiguo Ciclo Superior de la Enseñanza General Básica con sus dos cursos, séptimo y octavo, desaparecía y la nueva Educación Secundaria Obligatoria se presentaba al mundo con sus Primeros y Segundos de E.S.O.

Los maestros y maestras que ejercían hasta la fecha su docencia en escuelas y colegios repararon entonces en tres cosas. La primera de ellas fue comprobar que su matrícula a partir de aquel instante se reducía considerablemente con la desaparición de dos cursos. La segunda, que los maestros especialistas en disciplinas como las matemáticas, la educación física, la educación musical y otras, se quedaban sin carga horaria de trabajo por lo que era necesario buscar ocupaciones nuevas que complementasen las principales. Se trataba de garantizar así que cada profesor tuviese un horario de veinticinco horas lectivas. La tercera y última que un grupo de maestros que estaban adscritos al Ciclo Superior de E.G.B. podrían ser promocionados bajo una serie de circunstancias académicas, personales e incluso de interés organizativo o colectivo y pasar a engrosar la lista de profesores de Enseñanzas Medias como profesores de E.S.O. con lo que esto suponía en cuanto a la especificidad de su tarea y también de retribución o consideración social, que de todo hubo según creo recordar.  

Con el nacimiento de la E.S.O. se puso en marcha una reestructuración del profesorado que fue origen de multitud de conflictos personales y profesionales y que mostró "la condición humana" de algunos docentes en su versión más cainita. 

Las luchas de "unos y otros" por situarse en el lugar deseado del escalafón y para el cual decían y creían "tener más derecho" que los demás por antiguedad, estudios o cursos de formación, dieron principio a unos años bastante tensos entre el personal docente.

No todo el profesorado de primaria deseaba ejercer en cursos de E.S.O. contrariamente a lo que se pudiera pensar. Había también otros intereses entre la "clase de los y las maestras" que no implicaban necesariamente un posicionamiento profesional que apuntase hacia arriba. Había otras "puestas de largo" que podían favorecer y mucho a quien o quienes pudiesen optar a ellas y por ende a las personas que las apoyasen. Se trataba de posicionarse bien en el nuevo tablero educativo y luego mover pieza. 

Muchos de los compañeros o compañeras "catapultados" en aquel tiempo a la E.S.O. lo fueron utilizando todo tipo de "recursos" debido a "su gran interés en el particular". A día de hoy, yo no puedo asegurar que aquella "supuesta promoción" llegase a ser objetiva en cuanto a méritos docentes de los implicados, más bien la viví como un "apaño de intereses varios". Apaños tales como los personales, los administrativos, los organizativos e incluso políticos y sindicales.

El resto de profesores, los que se quedaban, la mayoría con un horario lectivo insuficiente, debían asumir nuevas responsabilidades educativas hasta completar, de forma digamos "artificial", su horario profesional y lograr un total de veinticinco horas lectivas. Una vez conseguidas no se verían obligados a complementar su trabajo atendiendo a dos centros escolares distintos lo cual supondría para los afectados una cierta e incómoda movilidad. Algo que nadie quería.

Éste era el tiempo en que atender el servicio de biblioteca escolar o comenzar a encargarse del uso de las nuevas tecnologías posibilitaba a parte del profesorado conseguir sus objetivos horarios y afianzar su plaza docente en el centro de destino logrando así  una rutina segura y comoda.

Confesaros lectores en este punto, que en esta segunda mitad de la década de los noventa mi "singularidad" se encontraba en un centro escolar de línea dos [dos aulas por nivel] una vez había finalizado la reestructuración educativa. Estaba por tanto encargándome sólo de doce aulas.

Había pasado de la noche a la mañana de tener 24 horas con carga lectiva en Educación Musical y un alumnado hasta dieciseis años, a unas "discretas" 12 horas lectivas con chicos y chicas hasta los doce por lo que se me asignó para poder completar mi horario de trabajo la tarea de poner en orden y en marcha la biblioteca escolar del centro educativo en el que estaba trabajando. Tarea a la que me apliqué durante unos tres años aproximadamente simultaneando mi principal ocupación que era la Educación Musical con la Biblioteconomía y la Organización Escolar de Bibliotecas.

Supongo que debió de ser en parte mi caracter vehemente para con la educación, la razón principal por la que me involucré en cuerpo y alma, en una tarea que no habiendo sido desempeñada por mí hasta el momento, despertaba toda mi curiosidad y me abría también otras expectativas de funcionalidad personal dentro de la profesión. Mi vocación primera que venía de muchos años atrás era la del maestro. Aquél que sabía de todo y no era especialista en nada. Aquél cuya función principal era despertar la curiosidad hacia el conocimiento en general. El maestro que enseñando no cesaría de aprender en toda su vida.

Fue por ello por lo que no tarde mucho en poner "manos a la obra" y traté de conseguir una formación en este ámbito que no poseía. Me inscribí en todos aquellos cursos que versaban sobre biblioteconomía y organización de bibliotecas escolares. En todos, tanto en aquellos organizados por la Consejería de Educación del Principado de Asturias, de quien dependía directamente, como los organizados a nivel central por el Ministerio de Educación.

Al tiempo que ampliaba mi formación en todo lo referente a este ámbito educativo emprendía toda una serie de acciones dentro del centro escolar que derivaron poco más tarde en toma de decisiones colectivas de Claustros tales como las de asignar un espacio permanente a la biblioteca así como un horario de atención por parte del responsable de la misma para de esta forma poder desarrollar dentro de sus límites una serie de actividades didácticas relacionadas con el libro y el mundo de la lectura.

Comenzamos a partir de entonces  a recibir visitas de cuenta-cuentos aportados y costeados por las distintas editoriales con las que había entrado en contacto previamente para negociar este particular "a cambio" de la adquisición de nuevos libros de literatura infantil por parte del colegio.  

Libros que eran seleccionados previamente dentro de las reuniones de cada ciclo educativo y que se adquirían más tarde para pasar a engrosar el fondo bibliográfico de nuestra escuela y "trabajarlos" cada maestro o maestra con sus alumnos en el aula.

Como trataba por todos los medios de que nuestra biblioteca se convirtiese en un lugar atractivo para alumnos y maestros conseguí de la dirección que se me permitiese decorar aquel espacio asignado y a ello me dispuse junto a un par de alumnos de prácticas que se encontraban en el colegio "tutelados por mí". Por esta razón, y valiéndonos únicamente de nuestra gana y juventud, la pintamos, la decoramos, la organizamos y la informatizamos en la medida que pudimos hacerlo allá por la segunda mitad de los años noventa y además extendimos todo su "color"  al exterior de la misma. Grandes murales representando la historia pasada y reciente del Principado de Asturias llenaban los espacios aledaños a la biblioteca.

El color con el que se llenaron los muros y paredes del centro escolar dotaron de vida, sentido y conocimiento a unos pasillos inmensos, fríos e impersonales que hablaban por sí mismos de otros tiempos y animaron a que el centro se involucrase en dotar también a aquella biblioteca que acababa de nacer de un mobiliario nuevo. Mobiliario que junto a otros pequeños logros se fueron consiguiendo también. 

Todo este trabajo lo desarrollé durante aproximadamente unos tres cursos escolares y dentro de un horario lectivo que se completaba con mi plaza de Educación Musical.

Hasta aquel instante no había surgido ningún problema, pero pronto comenzó a haberlos.

Cuando los centros educativos se rigen por relación de "fuerzas o amistades" como si de un parlamento político se tratase y además los criterios de conveniencia y educativos no prevalecen sobre los primeros entonces se entiende muy fácilmente lo que creo se puso de moda por aquellos años en la convivencia profesional del profesorado. Una convivencia salpicada en muchas ocasiones por "atropellos y acosos" de unos compañeros hacia otros.

Eso fue ni más ni menos lo que mi trabajo recibió de la colectividad: atropello y vulneración de mis derechos profesionales.

Sí; todo el trabajo realizado por mis dos alumnos tutelados y un servidor fue "hurtado democráticamente" para ser entregado dócilmente a un grupo de maestras que no habían participado en absoluto en la puesta a punto de la nueva biblioteca y que se dedicaron desde entonces [utilizando indignamente "su condición femenina"] a afearme la conducta y a construir un perfil sobre mi persona que fuese puesto en cuestión tanto por el resto de la "comunidad educativa" como por la superioridad.

Era ni más ni menos que una estratagema urdida por ellas para tapar el atropello cometido contra mi persona y por supuesto contra el resultado de mi trabajo de casi tres años. Era el tiempo en que en la enseñanza se pusieron de moda los "defensores de las formas", más creo que en nada defensores de la ética y la moralidad profesional o cívica. Aún menos de la honestidad profesional.

¿Qué habían hecho ellas? Absolutamente nada ¿Por qué se consintió desde la dirección del centro de enseñanza tal atropello? Porque las docentes en cuestión formaban parte del Consejo Escolar y eran por tanto un apoyo vital para el sostenimiento de la directora. ¿Por qué se vulneraron mis derechos? Porque yo ni formaba parte del Consejo Escolar ni me dedicaba a "politiquear" en el centro de trabajo y me limitaba a ejercer mi profesión intentanto ser excelente.

Sin saberlo ejercí durante tres años un trabajo de esclavo para la colectividad para que más tarde "estas ocultas capataces" me lo arrebataran sin el más mínimo atisbo de sonrojo o vergüenza con el consentimiento silencioso del claustro. 

Como mostré en un primer momento un profundo rechazo a esta decisión comenzaron a acusarme de dar malas contestaciones, a informar a la inspección de que era un compañero conflictivo y un montón de cosas mas dirigidas a desvirtuarme como persona y como profesional y crear así un ambiente propicio para solicitar la mediación de la inspección y poder incoarme un expediente administrativo. Todo con el objetivo de callarme y tapar su atropello. 

Siendo éste el "panorama profesional" de aquel tiempo y en evitación de denuncias sostenidas con falsos testimonios tuve que autoprotegerme varias veces  "refugiandome" en bajas médicas.

Bajas que en ocasiones fueron sugeridas por algunos miembros de la inspección educativa al confesarme en "petit comité" que desde arriba no podían hacer nada para defenderme.

A partir de entonces dí por perdida la guerra de la biblioteca al encontrarme sólo ante el poder "del grupo" que no atendía a derechos individuales y comencé, para apartarme de la biblioteca, otra nueva formación en Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación y también una segunda en el aprendizaje de lenguas extranjeras.

Hacía muchos años ya, desde 1979, que mi curiosidad de maestro había recalado en el mundo de los ordenadores. En 1983, por ejemplo, impartía alguna clase "rara" de informática a chicos de trece años en un pueblo de Galicia y en 1984 programaba  y preparaba en Basic una tabla de multiplicar autocorrectiva para alumnos de ocho años con un humilde y sencillo Commodore 64 conectado a un televisor viejo.

Sin embargo en la segunda mitad de la década de los ochenta me alejé de ese mundo tecnológico en la esperanza de que el entorno gráfico y de trabajo de las máquinas mejorasen un poco puesto que hasta el momento su manejo no era para nada intuitivo y fácil como lo es hoy en día y por tanto dificultoso para trabajar con chicos. Este paso adelante llegó por fín en la segunda mitad de la década de los noventa, momento en el cual comencé una veloz carrera formativa que me llevó a realizar tres postgrados en la universidad. Dos en Nuevas Tecnologías y uno en Enseñanza del Francés como lengua extranjera. Formación que me serviría años más tarde para llegar a desempeñar tareas de Asesor de Nuevas Tecnologías en otra Comunidad Autónoma distinta a la que me encontraba en ese instante.

 

¿Encontré la paz laboral?

 

Pues créanme que no. Se repitió exactamente lo mismo que había pasado en la biblioteca. Me dejaron hacer lo que quería, ya que a nadie le interesaba aquello,  y se despreocuparon de todas las acciones que emprendí para tratar de incorporar las Nuevas Tecnologías al aula. Así fue como, por ejemplo, doté al colegio de varios ordenadores antiguos cedidos  por la Universidad de Oviedo y como puse de moda la utilización de estos entre el profesorado.

Estaba claro que si en un futuro próximo se incorporaba esta enseñanza en las escuelas y colegios, la persona que se había encargado de ésta debería emprender estas acciones educativas.

¡Pues no! ¡De nuevo el poder del "grupo" sobre el individuo innovador! ¡Y otra vez marginado!

Para evitar conflictos me refugié en mi ocupación primera que era la educación musical y me dediqué a cubrir las guardias en los días que faltaba algún compañero o compañera. Tarea que nadie quería y me tuve que contentar con continuar de forma privada mi formación tanto tecnológica como lingüistica. Una formación que pagué de mi bolsillo y a la cual le puse infinidad de horas de estudio, robadas tanto al sueño, como a los fines de semana. Estaba convencido de que todo el esfuerzo que pusiera a partir de ese momento en mi formación era baldío de cara a mi profesión pero no en cuanto a mi formación como ciudadano y docente. Por eso continue estudiando a pesar de que era consciente de que en un futuro, por muy competente o innovador que llegara a ser, jamás podría vencer al "poder del grupo". Estaba solo y a los solitarios en la enseñanza por muy buenos o útiles que sean estos siempre se les acaba imponiendo "las formas" del grupo interesado, aunque éste no sea en absoluto competente. 

Como ya no molestaba a nadie cesó la presión de los otros sobre mí, pero sin verlo ni comerlo hubo un conflicto con otra maestra a la cual "el grupo" intentó también hurtarle sus derechos y entonces de nuevo la convivencia se desmandó.

Recuerdo que durante muchos meses tuve que acompañar a esta compañera por los pasillos del colegio cuando salíamos del recinto para dirigirnos a nuestras casas pues era en este período de tiempo cuando "los otros" [no todos]  aprovechaban para insultarla y vejarla. Incluso llegaron a levantarse irregularmente de un claustro convocado oficialmente para humillarla y dejarla sola, haciéndole ver que estaban todos en contra de ella. Algo que es a todas luces ilegal. La denunciaron no sé muy bien por qué y lograron que la suspendiesen de empleo y sueldo durante unos meses.

Meses que la perjudicada utilizó para poner su caso en manos de un eminente abogado ovetense, don Raúl Bocanegra, el cual revirtió la situación de atropello y obligó a la Consejería de Educación del Principado a enviar a la Alta Inspección Educativa al colegio para instruir realmente lo que allí había pasado. 

Fue en esas declaraciones realizadas delante de la Alta Inspección Educativa donde tan sólo dos profesores declararon lo que en verdad había ocurrido, contradiciendo lo que decía "el gran grupo". Estos dos profesores declararon que el Claustro había actuado de forma irregular contra la maestra sólo por el hecho de que ésta no era de su agrado y por supuesto que la profesora en cuestión no era ni mucho menos lo que el gran grupo decía.

Uno de esos dos profesores que "llevaron la contraria al gran grupo" imagínense Vds. quién era. 

La maestra fue exonerada de responsabilidades y repuesta en sus funciones con todo tipo de parabienes, sin embargo y que yo recuerde, no se actuó contra aquellos y aquellas que habían propiciado tal conducta de intolerancia grupal.

La maestra, despechada, era ahora la que en los pasillos de la escuela hería con sus comentarios a las personas que sabía habían inducido al gran grupo a adoptar conductas intolerantes contra ella y era yo, si me encontraba en el lugar, el que mediaba siempre en aquellos "malos quereres" de mujeres sin conseguir muchas veces el poner paz en aquel "gallinero".

No me pregunten ni cuándo, ni cómo, ni por qué, la situación cambió de dirección y comencé a ser yo el centro de todas las iras de aquel grupillo manipulador. Imagino que en parte fue debido al testimonio que presenté delante de la Alta Inspección Educativa y que beneficiaba claramente a la compañera enjuiciada y en parte también por aquello de "eliminar testigos molestos y no afectos al gran grupo". El caso es que mi vida y mi trabajo se convirtieron en un infierno. Sufrí incluso, a la salida del colegio, el ataque de dos jóvenes a los cuales no había visto en mi vida y a los que jamás impartí clase alguna. Sólo recuerdo que me dirigía a subir al autobús para regresar a mi casa y ante una llamada de alguien que estaba a mi espalda me giré para ver de quién se trataba. La contestación fueron dos puñetazos contra mi rostro.

Presenté denuncia, por supuesto, y me ví abandonado por la Administración Educativa que se lavó descaradamente las manos al igual que hizo la dirección del centro por lo que mi abogado me aconsejó en evitación de males mayores, que no reconociese a aquellos dos individuos delante del juez. Con mucho dolor de mi corazón así lo hice. No los reconocí y allí murió aquella historia de la agresión contra mi persona.

Aunque nunca más se produjo otra agresión como la narrada, mi estancia en aquella escuela se volvió insoportable. Daba igual que notificase o pidiese protección a la Administración. Además parecía carecer de importancia lo que había hecho de bueno para aquella escuela e importaba bien poco que mis alumnos y alumnas me quisiesen. Era exactamente igual que estuviese de baja para escapar de aquel suplicio o que estuviese de alta e intentase escapar de los líos que otras personas organizaban únicamente para beneficio suyo. Nadie se dignaba a echarme una mano y en medio de esa soledad y de ese nerviosismo y temor que inyectaron a mi vida profesional y personal otro suceso importante iba a producirse que cambiaría mis objetivos personales y profesionales: El hundimiento del PRESTIGE.

Desgraciadamente había olvidado los consejos dados a Totó e  imagino que movido también por la urgencia de huir del lugar donde se me maltrataba laboralmente decidí regresar a La Coruña para dar lo mejor de mí tanto social como profesionalmente.

 

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Como profesional que he sido es a vosotros los nacidos después del año 2000 y futuros padres y madres de los ciudadanos del siglo XXI a quienes deseo enviar el presente mensaje: Sois vosotros quienes tenéis la responsabilidad de terminar de ahora en adelante con la intolerancia y la hipocresía en la sociedad y en la educación. Sois por tanto los llamados a procurar una verdadera formación para vuestros hijos e hijas si queréis construir una sociedad igualitaria, crítica y libre basada en el conocimiento humano y científico. Deberéis de decidir en los próximos años si es más importante la forma o el fondo, el esfuerzo o la comodidad, la superación personal o la sonrisa hipócrita. De ello dependerá la educación y el único tesoro que os aseguro poseemos: la vida. Permaneced vigilantes de que ningún tipo de discriminación o acoso se materialice en el hecho educativo. Ni por parte del alumnado ni por supuesto tampoco del profesorado. El proceso educativo debe de realizarse en un contexto de libertad, comprensión y amor y no de prohibición, incomprensión o rencor. Os transmito de igual forma un deseo de larga vida. "Phi n´est pas rationnel"